Para mi todo era un juego, él me tomaba del brazo y gritando: -¡¡Ahí vienen!! ¡¡ahí vienen!!- corríamos a escondernos bajo la mesa del comedor, -¡¡Shhh!!- me decía mientras tapaba mi risa con su dedo índice - No hagas ruido, pueden encontrarnos y no queremos que eso suceda.
Pasábamos al menos media hora en silencio, muy quietos, prestando atención.
Diez años más tarde comprendí que no jugábamos a las escondidas, nos ocultabamos de sus recuerdos... Los ingleses.
Muy bueno ! A decir verdad me encanta el factor sorpresa y el miedo que reflejas en tus escritos
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