domingo, 5 de abril de 2020

DESORIENTADA

-Sesenta y cinco - escuché decir a uno de los tantos que permanecían sobre el cuerpo tendido en medio de la cocina.
- ¿Sesenta y cinco?- replicó otro ¿Contaste bien?-
- Sí.
Mientras yo permanecía sentada en un rincon con la cara entre las manos.
- Emoción violenta de tres a seis años- fueron las palabras del juez.
¿En realidad merezco solo eso?. Parecía estúpido. ¿Eso vale una vida?. Unos pocos años encerrado y ¿ luego qué?.
-¿ Por qué lo hiciste?- preguntó mi propia hija un año después cuando decidió que quería verme, en tanto yo mantenía la vista perdida, en las rejas de color azul, que me separaban de la calle, si supiera que reproduzco la misma escena buscando una respuesta certera... Tenía un amorío con la inquilina del frente, sí, me despreciaba cada vez que lo buscaba en la cama, si, pero esos no eran motivos suficientes... ¿ Por qué simplemente no tomé mis pocas cosas y me largué de ahí?, supongo que esperaba a que volviera a ser el mismo de antes.
En ese momento unas pocas palabras bastaron para que yo misma me desconociera, no logro recordar cómo ni cuándo tomé el destornillador, solo me veo ahí haciendo el mismo movimiento una y otra vez. ¿ No intentó detenerme acaso?... Tampoco lo sé.
Sentí una caricia en el hombro y el sonido de sus zapatos alejándose.

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